miércoles, 26 de marzo de 2008

Con los pantalones bajos II

(No hay nada, ni nadie en escena, entra corriendo, apurado, el mismo actor que en la parte anterior hacía de “Conejo”, probablemente esto ocurre unos años después)

ILUMINADOR – Ehh…disculpen la demora, yo soy el iluminador.

El director me pidió si le tapo un bache, que se produjo, en realidad, porque en este momento iba a haber un monólogo hecho por un actor que se fue de la obra.

El tipo se piró, ensayó seis meses, y el último día se fue, ahora actúa en las simulaciones de casos de la vida real que pasan en “Pare de Sufrir”, de noche, casi en cadena nacional, buena guita de por medio.

Claro, el tipo se cavó la fosa, ahora no lo llama nadie para teatro. Porque, claro, los puristas del teatro dicen que el flaco transó. Que no es un artista, que es un mercader, un comerciante.

Pero claro, eso también lo dicen, porque a ellos nunca les ofrecieron el billetito.

Así que, aclarado el punto, les voy a explicar quién soy yo. Y que les vengo a contar:

(Un par de utileros entran un sillón, el iluminador agradece, y se sienta)

Yo soy el iluminador de la obra, antes tuve boliche, fui representante de grupos musicales, y ahora trabajo como iluminador. Digamos que desde que tuve el boliche me manejo bien con las luces, ahí aprendí una parte del oficio.

El tema de las bandas no me anduvo bien, y tuve a mi gurí, ahí tuve que empezar a trabajar enserio, por un sueldo.

Como conocía un par de personas del ambiente del arte, lo primero que me ofrecieron fue manejar las luces en un show, y agarré.

Trabajé como iluminador de Vicentico, en sus espectáculos de música del trópico, y en la obra de teatro para niños de Ruben Rada, ahí conocí al director de ésta obra, que también dirigía actores en la obra de Ruben. El hombre vio que yo no andaba mal, y bueno, me contrató para esta.

Después vino el pedido de que yo hablara, acá, en ésta parte, cuándo se le fugó el actor.

Sinceramente, y esto se los digo solamente porque el director hoy no vino, a mi no me gusta actuar, por eso no te actúo un carajo, pero la guita que me ofreció me sirve, me da para los puchos.

El director de la obra, además, hizo un curso de edición multimedia, y ahora no está, porque tiene que entregar en ésta semana, una publicidad de telecompras. Un vibrador par bajar la panza de esos que salen en la tele.

Bueno, el hecho es que me pidió que hiciera un monólogo de humor fácil, al estilo Jorge Corona, para rellenar éste bache, pero hoy, aprovecho que no está, y no te hago un carajo, ¿viste?.

Ahora, viene otro de los episodios que se presenta en la obra, los dejo con ellos, hoy no transo.

Me voy a iluminar.

(Sale de escena, apurado, al instante se siente el ruido como de que alguien llega, y saluda a los actores en la trastienda, entonces vuelve a salir apurado el mismo actor, y le hace un gesto cómplice a el público, queda claro, que el recién llegado es el director. Entonces el actor señala a alguien del público y continúa)

Me querías ahogar y te salió para el culo, cornudo, anda, ¡ahogate entre la grasa de tu jermu, cornudo!

(Vuelve a salir de escena)

lunes, 3 de marzo de 2008

Nueve amantes

Apenas puedo contar mis amantes con los dedos de mis manos, llego justo, son nueve, pero esos seis meses de trabajo en la carpintería del Neco han dejado en mí, huellas imborrables. Y no lo digo por el dedo que me falta, más bien lo menciono por la amante que perdí, justamente allí. Ella no se fue por lo del dedo. Se fue porque me metí con otra. La otra no me dio bolilla, no porque yo no le hubiese tirado una propuesta interesante, ni porque hubiera salido con la primera, sino por lo del dedo.

Tomando en cuenta los dedos de los pies, me quedan diez posiciones para ubicar a las próximas, y seguirlas contando con los dedos, salvo que alguna otra fatalidad reduzca, nuevamente, mis posibilidades de administración de amantes. Me pregunto que voy a hacer después, no porque me interese, por preguntar nomás.

Lamentablemente hace diez meses que no encuentro otra compañera de cama, con lo cual he arribado a la conclusión de que, junto con la imposibilidad de continuar con la cuenta, como una maldición, llegó el fin de mi triste carrera sexual. No por ser rápida, sino por corta (la carrera).