domingo, 28 de diciembre de 2008

Terapia - Capítulo 12 - Episodio del reencuentro (Final)

El timbre sonó en la casa de Darío, un timbrazo corto. Darío pintaba un cuadro vestido con ropa vieja. Era sábado.

Atrás de la puerta Martina esperaba. Usaba un vestido colorido, con arabéscos, cintura princesa y sin mangas.

Darío no sabía que algo pasaría, pero podía sospecharlo.

Abrió la puerta, y la vio radiante, hermosa, más que de costumbre.

No se explicaba Darío cómo Martina había llegado hasta allí. Sin embargo la respuesta estaba ante sus ojos, Martina llevaba bajo sus brazos cruzados, uno de los libros de Quiroga que sabía que él había leído.

Ese libro usado la había guiado hasta su casa. Darío miró el libro y luego juntó su mirada con la de Martina, sonrieron.

Finalmente Darío sacó del bolsillo una tarjeta personal de Martina, y se la mostró con mirada cómplice.

Martina nunca se había hecho imprimir tarjetas personales.

FIN.

martes, 23 de diciembre de 2008

Terapia - Capítulo 11 - Episodio del adiós (Penúltimo)

Noelia le explicó a Martina que el adiós llegó de manera repentina. Un buen día, él se sentó con ella y le dijo:

EL- Noe, te tengo que confesar que no he podido sacarme de la cabeza a otra mujer. Es una chica que conocí hace tiempo, me hubiese gustado cambiarle de ojos, para poder verme mirándola, pero ella, por ética docente, me dijo que no. No pude ir más a esa facultad.

A Martina, la sicóloga, se le hizo un nudo en el estómago, esa frase se le hizo inconfundible. Y, aunque bien podría haber sido una casualidad, ella había recibido un elogio similar cuándo daba clases en la facultad de sicología.

Él era un alumno que destacaba entre los demás, quizás por ser más grande que la mayor parte de sus compañeros encaraba la facultad más seriamente. Siempre se quedaba en el salón de clase fuera de horario, conversando con ella, comentaban cuestiones académicas, y de la vida. Se llamaba Darío. Su padre le había puesto el mismo nombre que Horacio Quiroga le había puesto a su único hijo varón.

Luego de dialogar un poco más con Noelia, Martina comprendió que sí, se trataba del mismo Darío.

Despidió a Noelia para poder pensar.

Martina ya no tenía contacto alguno con Darío. Él había dejado la facultad, y ella la docencia, para dedicarse por completo a la terapia.

Toda la semana Darío ocupó su mente, era cierto que solamente lo había rechazado por ser su profesora, porque en realidad el hombre le gustaba, y más le gustaba luego de todo lo que había hablado con Noelia.

La ética profesional, por otro lado, volvía a ser un problema.

Pero Martina tomó una decisión y la llevaría a cabo.

martes, 16 de diciembre de 2008

Terapia - Capítulo 10 - Episodio de los libros

Martina, él era un tipo diferente. No sé como hacértelo comprender en sus justas dimensiones.

Fijate que en un momento lo increpé en broma por la manera en la que me había encarado. Él me explicó que nunca le había gustado la idea de conocer gente de esas maneras en las que la gente solía conocerse. Prefería otras.

No le gustaba conocerlas en boliches, no le gustaba conocerlas en fiestas, no le gustaba que se las presentara un amigo en común, le gustaba utilizar otros caminos, le aburría lo común, aunque no lo dijera.

Según él, esos lugares comunes daban lugar a que la gente ya fuera preparada a aprobar ó desaprobar a un extraño que se acerca a hablar. Sin embargo, el encuentro inesperado, deja que prime la intuición, lo inmediato, la atracción, sin tanta influencia del costado racional de las personas.

Además, me explicó que prefería otros lugares, porque esos quizás, podían ofrecer algo más de información acerca de la otra persona, por ejemplo me decía que podía conocer una persona en el museo de Artes Visuales, si le gustaran las personas interesadas por la pintura, o la fotografía, incluso me dijo que podía ser más específico, al punto que pudiera acercarse a una persona que mirara determinada cantidad de tiempo, o de manera especial una obra en particular.

Eso me lo dijo cómo ejemplo, y me aclaró que conmigo no había pasado eso.


EL – Contigo no pasó eso, no me interesan particularmente las compradoras de yerba, sin embargo, sí cumplí con la primera parte, con la parte del acercamiento sorpresivo.

Por otro lado, me llegó a confesar una de sus fantasías de seducción, que según él nunca había llegado a cumplir.

EL – Siempre quise conocer una chica a través de una librería que frecuento.

Resulta que la librería ésta, compra y vende libros usados cerca de la facultad dónde yo iba. En particular, yo compro libros, los leo, y al tiempo los vendo y compro otros, perdiendo un poco de dinero por el cambio. Siempre tuve la fantasía de encontrar en un libro que leyera algún apunte ajeno al margen, cómo los que hago yo en los libros que leo.

Siempre me imaginé que pasaría si un apunte de otra persona interrumpiera mi ejercicio solitario de lectura. O si un apunte de los míos atrajera la atención de otro lector que se complace con los mismos autores que yo.

Es cómo terminar acompañado en una actividad naturalmente individual, esto cumple las dos condiciones de las que te hablé hace un rato. La sorpresa y el tema de los intereses en común.

Esa librería tiene un montón de libros leídos por mí, con notas escritas por mí. Y algunos de esos, tienen alguna referencia que dejé como al descuido, para que -si hubiera una interesada- me pudiera encontrar.

Cuándo estaba solo, todas las veces que iba a la librería, vichaba con cuidado si “mis libros” todavía estaban a la venta, o intentaba ver si alguien se los llevaba justo en el momento que yo estaba ahí.

Después de contarme todo, me volvió a aclarar que no había pasado nunca nada con esas notas, y que no iba a pasar nada tampoco. Me lo contaba para mostrarme un ejemplo de cómo le gustaba a él que ocurriesen las cosas.

Pero creo que te debería ir contando cómo llegó el final. A eso voy.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Terapia - Capítulo 9 - Episodio de la segunda sesión

Para la segunda sesión Martina se había preparado, y su objetivo era investigar cuál consideraba Noelia que era la razón por la cuál estaba asistiendo a terapia con ella.

Así fue que después de conversar un rato con Noelia, directamente se lo preguntó.

Noelia no interpretó bien la pregunta, así que lo que respondió fue porqué había elegido a Martina cómo terapeuta.

Noelia – Fijate que ironía, estoy viniendo contigo porque él una vez dejó en casa una tarjeta tuya. Un compañero del teatro te había recomendado.

Alli Martina le aclaró que no le preguntaba porque asistía con ella, sino porqué consideraba que estaba yendo a terapia.

Noelia le respondió que ella nunca había pensado asistir a terapia, sin embargo, luego de haberse relacionado con este hombre, y haber charlado sobre el tema, había abierto su mente a esta posibilidad.

Además, le explicó que si bien la relación con él había durado unos pocos meses, la había dejado muy tocada, sobre todo tomando en cuenta la manera en la cuál había terminado.

Noelia – Pero eso todavía no te lo conté.

A partir de la primer cita todo comenzó a fluir de maravillas, él era divertido, romántico, pero por sobre todas las cosas, era distinto.

Si bien la relación duró unos pocos meses, la manera de cortarla fue lo más raro, y lo que me dejó más confusa.

Luego de la primera cita, tuvimos varias más, todas diferentes, fuimos a correr en karting, fuimos al campo de un amigo suyo, fuimos a la presentación de un libro que no nos gustaba, para burlarnos, a bailar a discotecas de esas que reciben a las faunas más extrañas, él nunca se cansaba de innovar, es más, nunca repitió una propuesta. Nunca.

Por eso era más lindo estar con él que con cualquier hombre que hubiera conocido, era divertido, era variable, no sé como decirlo, era un novio nuevo todos los días.

Pero parece que así como se aburría de todas las cosas constantes, estables, sin riesgos, se aburrió de mí.


Martina inmediatamente pensó en lo atractivo podía ser un hombre así, y comprendió como mujer, cuál era la causa por la cuál Martina estaba yendo a terapia.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Terapia - Capítulo 8 - Episodio del primer encuentro

En la puerta del teatro, me saludó y me agradeció que hubiera ido, cuándo lo fui a felicitar por la obra, me interrumpió, diciendo algo así:

El – Esto me encanta, mirá.

Noelia – ¿Qué cosa?

El – Al final, me saco el maquillaje rápido, y como nadie me reconoce, salgo a escuchar los comentarios de la puerta.

Me reí, y juntos hicimos el ejercicio de escuchar los comentarios de la puerta. El me explicó que la primera impresión estaba ahí, y que esa era su forma de recogerla.

A los dos minutos, estábamos de nuevo mirándonos frente a frente, en silencio no-incómodo.

Complacido por los minutos de comentarios de puerta, me invitó a tomar algo, y accedí.

Cuándo llegamos al bar en cuestión, me pedí un martini, y él pidió un té.

MARTINA- ¿Un té?

Si, lo peor es que me volvió a dejar desacomodada, me sentí un poco desubicada por la diferencia de nuestros encargos, sin embargo, el no le prestó ni un segundo de atención a la misma.


Había pasado mucho tiempo para la sesión, y Martina ya tenía gente esperándola, así que terminó de escuchar una parte de la historia de la primera cita, y quedaron de seguir la semana siguiente.

La historia era interesante, sin embargo, lo que todavía Martina no comprendía era qué impulsaba a Noelia hacía la terapia.