miércoles, 29 de julio de 2009

Olor

El olor no es problema mío, el problema es que mi olor molesta a los demás. Y no es asunto de higiene, yo me baño, sin embargo a la hora, hora y media, Dios se olvida de su omnipresencia por no acercarse a mí.

Por hablar sin eufemismos, podríamos decir que no es olor feo, quizá deberíamos llamarle simplemente hedor. No entiendo porqué, pero resultó que los efluvios de mi cuerpo son pestilentes, nauseabundos, y penetrantes.

El problema del olor no es mío, el problema que sí es mío es que no encuentro con quién aparearme. Digo, al menos nadie lo ha hecho sin vomitar.

Lamentablemente, llegando a la mitad de mi vida, no he podido solucionar este problema ajeno a mí, sin embargo, ya se como salvar la vida de mi hijo, en el caso de que él llegue. Mi hijo no va a apestar, por definición.

Mi hijo se va a llamar Inodoro.

lunes, 27 de julio de 2009

La inutilidad de los libros (Roberto Arlt)

Me interesó este libro de Arlt, aunque no lo tengo (en papel) ni se siquiera si se conseguirá fácilmente en las librerías montevideanas. El libro se llama "Aguafuertes porteñas" y es un rejunte de crónicas escritas por Arlt para el diario "El Mundo".

En Aguafuertes, aparece Arlt en primera persona, con mucho humor, y un lenguaje simple, cercano al pueblo -diría Luis Almirante Brown-, creo que es un libro que está muy recomendable, si alguien ya lo leyó, o quiere aportar algo, es bienvenido.

En particular, el fragmento que les paso habla acerca de la inutilidad de los libros, me resulta otra que irónico el hecho que, justamente, el postulado se publique en un libro.



LA INUTILIDAD DE LOS LIBROS

Me escribe un lector:
"Me interesaría muchísimo que Vd. escribiera algunas notas sobre los libros que deberían leer los jóvenes, para que aprendan y se formen un concepto claro, amplio, de la existencia (no exceptuando, claro está, la experiencia propia de la vida)".


NO LE PIDE NADA EL CUERPO...

No le pide nada a usted el cuerpo, querido lector. Pero, ¿en dónde vive? ¿Cree usted acaso, por un minuto, que los libros le enseñarán a formarse "un concepto claro y amplio de la existencia"? Está equivocado, amigo; equivocado hasta decir basta. Lo que hacen los libros es desgraciarlo al hombre, créalo. No conozco un solo hombre feliz que lea. Y tengo amigos de todas las edades. Todos los individuos de existencia más o menos complicada que he conocido habían leído. Leído, desgraciadamente, mucho.
Si hubiera un libro que enseñara, fíjese bien, si hubiera un libro que enseñara a formarse un concepto claro y amplio de la existencia, ese libro estaría en todas las manos, en todas las escuelas, en todas las universidades; no habría hogar que, en estante de honor, no tuviera ese libro que usted pide. ¿Se da cuenta?
No se ha dado usted cuenta todavía de que si la gente lee, es porque espera encontrar la verdad en los libros. Y lo más que puede encontrarse en un libro es la verdad del autor, no la verdad de todos los hombres. Y esa verdad es relativa... esa verdad es tan chiquita... que es necesario leer muchos libros para aprender a despreciarlos.


LOS LIBROS Y LA VERDAD

Calcule usted que en Alemania se publican anualmente más o menos 10.000 libros, que abarcan todos los géneros de la especulación literaria; en París ocurre lo mismo; en Londres, ídem; en Nueva York, igual.
Piense esto:
Si cada libro contuviera una verdad, una sola verdad nueva en la superficie de la tierra, el grado de civilización moral que habrían alcanzado los hombres sería incalculable. ¿No es así? Ahora bien, piense usted que los hombres de esas naciones cultas, Alemania, Inglaterra, Francia, están actualmente discutiendo la reducción de armamentos (no confundir con supresión). Ahora bien, sea un momento sensato usted. ¿Para qué sirve esa cultura de diez mil libros por nación, volcada anualmente sobre la cabeza de los habitantes de esas tierras? ¿Para qué sirve esa cultura, si en el año 1930, después de una guerra catastrófica como la de 1914, se discute un problema que debía causar espanto?
¿Para qué han servido los libros, puede decirme usted? Yo, con toda sinceridad, le declaro que ignoro para qué sirven los libros. Que ignoro para qué sirve la obra de un señor Ricardo Rojas, de un señor Leopoldo Lugones, de un señor Capdevilla, para circunscribirme a este país.


EL ESCRITOR COMO OPERARIO.

Si usted conociera los entretelones de la literatura, se daría cuenta de que el escritor es un señor que tiene el oficio de escribir, como otro de fabricar casas. Nada más. Lo que lo diferencia del fabricante de casas, es que los libros no son tan útiles como las casas, y después... después que el fabricante de casas no es tan vanidoso como el escritor.
En nuestros tiempos, el escritor se cree el centro del mundo. Macanea a gusto. Engaña a la opinión pública, consciente o inconscientemente. No revisa sus opiniones. Cree que lo que escribió es verdad por el hecho de haberlo escrito él. El es el centro del mundo. La gente que hasta experimenta dificultades para escribirle a la familia, cree que la mentalidad del escritor es superior a la de sus semejantes y está equivocada respecto a los libros y respecto a los autores. Todos nosotros, los que escribimos y firmamos, lo hacemos para ganarnos el puchero. Nada más. Y para ganarnos el puchero no vacilamos a veces en afirmar que lo blanco es negro y viceversa. Y, además, hasta a veces nos permitimos el cinismo de reírnos y de creernos genios...


DESORIENTADORES

La mayoría de los que escribimos, lo que hacemos es desorientar a la opinión pública. La gente busca la verdad y nosotros les damos verdades equivocadas. Lo blanco por lo negro. Es doloroso confesarlo, pero es así. Hay que escribir. En Europa los autores tienen su público; a ese público le dan un libro por un año. ¿Usted puede creer, de buena fe, que en un año se escribe un libro que contenga verdades? No, señor. No es posible. Para escribir un libro por año hay que macanear. Dorar la píldora. Llenar páginas de frases.
Es el oficio, "el métier". La gente recibe la mercadería y cree que es materia prima, cuando apenas se trata de una falsificación burda de otras falsificaciones, que también se inspiraron en falsificaciones.


CONCEPTO CLARO

Si usted quiere formarse "un concepto claro" de la existencia, viva.
Piense. Obre. Sea sincero. No se engañe a sí mismo. Analice. Estúdiese. El día que se conozca a usted mismo perfectamente, acuérdese de lo que le digo: en ningún libro va a encontrar nada que lo sorprenda. Todo será viejo para usted. Usted leerá por curiosidad libros y libros y siempre llegará a esa fatal palabra terminal: "Pero sí esto lo había pensado yo, ya". Y ningún libro podrá enseñarle nada.
Salvo los que se han escrito sobre esta última guerra. Esos documentos trágicos vale la pena conocerlos. El resto es papel...

jueves, 23 de julio de 2009

Triple traición

Franco y Guillermo, eran amigos de toda la vida, pero amigos, amigos. De esos que parecen siameses. Franco –y también Guillermo- eran tipos de guita, de mucha guita. Los viejos de Franco eran dueños de una cadena de supermercados, y los de Guillermo importaban no se qué cosa y la vendían acá al mayoreo.

Los tipos vivían en un barrio de la high, y ahí se habían conocido, desde chicos. También fueron al mismo colegio, debutaron juntos, y fueron mil veces compañeros de correrías.

Un buen día, Guillermo se puso de novio, y en pocos meses se casó con María del Luján, una pendeja que era muy buena gente, y además, estaba recontra fuerte. Pero Guillermo, que era flor de bandido, desde un primer momento la tuvo para el chijete y le puso las guampas todas las veces que pudo.

A todo esto, se enteró Franco del asunto y le mandó un mail a María, diciendo:

Mery, me enteré de lo que está haciendo Franco, y discutí fuerte con él, terminamos a las piñas y hasta me comí un par de garrones que me dio el pija de tu cuñado, escuchame, tenía ganas de decirte de ir a tomar algo el sábado, avisame si te dan ganas, un beso.

El sábado se juntaron, y terminaron encamados. Pero Franco no había llevado forros, así que, en determinado momento, paró la acción para pedirlos por teléfono. María –que estaba caliente como una pava- le dijo que no importaba, que siguieran, que ella estaba tomando las pastillas.

A los tres meses, María se separó de Guillermo. La carta del poder judicial llegó a la casa de Franco. Pedía un ADN, y el pago de la pensión para su futuro hijo.

viernes, 17 de julio de 2009

Triple tuerto

Era Franco de Acevedo Galo, mozo de lugares y hacienda, de bien habida y mucha fortuna, noble y honrado, pretendido de doncellas, y adorado de sabios y de vulgo. Su amigo, que siamés parecía, era Guillermo Roca Román, de no menos lugares y fortuna que nuestro antemencionado Franco.

Franco y Guillermo, díjose, vivían una vida sola en sus vecinas tierras. Guillermo, era también señor y amo de castillos y hacienda, por que atrujo la mirada de doncellas no contadas, al par de su par. Por ser Guillermo bien armado de paciencia y entendimiento, no eligió la enemiga de sus sueños, hasta no haberse asegurado de su grande discreción, comedimiento, y fermosura que ni sol de agosto le empatase. María de Luján Alcalá, contrajo estado con Guillermo a sus veintiuno años, por permiso de su padre, que en viendo la mucha discreción de Guillermo, no dudó de darle en casamiento.

Mas Guillermo no contentose con haber la más bella de las princesas, por precisar, pareciese, de más de una enemiga para vivir de buenas formas. La mala vida de Guillermo descubriose un último de marzo por Franco, que pronto interpeló en cara a Guillermo.

Las razones allí dichas fueron tan muchas como variopintas, por lo que no vienen al caso, como sí viene el deseo de Franco de acometelle a mojicones a su hermano por el grave desaguisado fecho. Mas no hubo allí pelea en brazos, sino en argumentos y razones.

Al otra semana, y en silencio rapaz, escribió Franco un billete para María de Luján y enviole por un mancebo de su hacienda, así rezaba el dicho:

“Fermosa y mi bien amada María:

Ya no puede soportar mi entendimiento el trato de mi amigo de otro tiempo, para vuestra merced. Llegó a mis ojos y a mis razones, que hubo Guillermo caído y no una, sino muchas veces, en tentación y en pecado. Porque pido que termínese su relación y contemple vuestra merced de posibilidades de ver el amanecer desde mi balcón en próximos momentos.

A sus pies, Franco”


Otro día de haber recibido María el billete de Franco, golpeaba la puerta del su castillo por proponelle de tener amores y criar un pequeño, comenzando luego. A lo que Franco respondiole que no podía aún tener un niño, por deber cumplir el servicio de marina el año entrante. De éste modo, y por las mismas razones, propuso María de Luján de engendrar igual el crío, y tenelle, y decille a Guillermo que él era su padre. Pedido al que accedió Franco, más por lujurioso qué por convencido de buena forma.

La relación, entonces, de Franco y María, se mantuvo secreta por durante dos meses, al cabo de los cuales, preñada María, alegre y campante contó al pueblo, del primer noble al último pastor, que habiendo dejado al infiel Guillermo por habelle puesto cuernos, era ahora esposa y madre del pequeño hijo de Franco de Acevedo Galo.

jueves, 9 de julio de 2009

¿Vos te crees que esto es una pensión?

- ¿Será posible que llegues otra vez borracho y a las siete de la mañana?

- Bueno mamá, es que...

- ¡Es que nada! ¿Vos te crees que esto es una pensión?

- Bueno, a decir verdad, sí mamá, te recuerdo que desde que papá falleció -víctima de aquella brutal enfermedad que lo fue secando hasta que crujió como una hoja en otoño- nos tuvimos que venir a vivir a una pensión, ya que papá era el que laburaba, mientras vos te hacías las manos y los pies, te peinabas, y te comprabas ropita sexy para los otros. Porque en eso sí tenés razón, el viejo llegaba tan cansado del laburo que no te tocaba ni una canción en el piano.

- Ah, ok.

lunes, 6 de julio de 2009

Carnicería "La abuelita"

Al fin llegó, para todos aquellos que la estaban esperando, Carnicería "La abuelita".

Así es amigos, llegó "La abuelita", la carnicería para ex-vegetarianos. Ustedes se preguntarán en qué consiste una carnicería para ex-vegetarianos, pues en sencillos términos lo pasaremos a explicar.

El querido y respetable vegetariano no come carne por no andar matando a los bichitos, y nosotros, con esta propuesta los vamos a dejar fríos, porque carnicería "La abuelita" es la única carnicería que vende carne de animal fallecido por obra y gracia del señor.

Vendemos animales muertos por muerte natural. Animales muertos de viejitos. No matamos al animal, somos pacientes y esperamos que se muera solo.

Para que tu chimichurri no bañe la crueldad: Carnicería "La abuelita".

miércoles, 1 de julio de 2009

De porqué la quiero

La quiero porque me abrazó llorando en un concierto, y no estaba emocionada por la letra de la canción, sino por la música. La quiero porque dice que mis lágrimas son más saladitas que las de ella, y me pide que pruebe. La quiero porque se despierta todos los días con la canción “Despeinada”. Porque cuando era chica le regalaron una muñeca flaca, y le puso pancita para que se pareciera más a su mamá. Porque es rara. Porque está loca la quiero. Aunque después me queje de eso, la quiero porque esta nena es un tango en inglés.