martes, 23 de febrero de 2010

Las cosas no dichas

La vida de apartamento es así, pensé mientras veía el cartel que estaba pegado con cinta en la puerta del de mi vecina, intenté no leerlo por no meterme en cosas que no me correspondían, pero no pude, tuve que acercarme a la puerta y vichar:

“Felipe, hoy no vuelvo, la semana que viene sí voy a estar, tomame en cuenta. Flor”

Flor, es mi vecina, Felipe es repartidor, vende productos de granja puerta a puerta. Todos le compramos. Lo raro es que hoy es martes y Felipe viene los jueves. Pensé que solamente había dos opciones, una era que Flor se hubiera equivocado de día, y la otra era que ella fuera a mantenerse ausente hasta más allá del jueves, con lo cuál el “hoy” escrito en la esquela fuera el “hoy” de Felipe leyéndola, o sea el jueves.

La segunda línea de pensamiento me sacudió, no solo había invadido una nota ajena, sino que además podría haber modificado al leerla su significado, por leerla en el tiempo equivocado. Me quedé pensando unos minutos y luego me deshice de todas las ideas. Ya fue, pensé.

Al llegar al trabajo tuve que hablar con mi jefa, tenía que pedirle unos días libres para la semana siguiente, pero todavía no me había animado, Esther era brava, pero tenía que hacerlo. Como no soy bobo, le pasé antes un informe sobre las ventas de la semana pasada y ésta, donde marqué claramente que la llegada del verano había hecho que la empresa tuviera menos trabajo, seguramente una cuestión asociada a que muchos clientes estarían en sus vacaciones, algo normal.

Le envíe el informe, y se ve que lo hice bien, porque al rato fue ella misma que vino a ofrecerme que me tomara unos días, dijo que hacía mucho no me tomaba un descanso, yo acepté con remilgos, algo como, bueno, si usted dice.

Al volver a casa, descubrí que el cartel seguía pegado, y no solo eso, sino que cuando entré a mi apartamento sentí como se abría la puerta de lo de Flor, confirmé entonces la idea de que la carta estaba escrita contemplando el tiempo presente del lector y destinatario de la nota. Enseguida me tocaron el timbre, era Flor que seguramente me había escuchado llegar, y quería pedirme que si el fin de semana no la acompañaba a un casamiento, que no quería ir sola. Yo no tenía qué hacer, así que le dije que sí, que no hay problema. Además aproveché para preguntarle por el cartel, le dije que me había dado curiosidad el tema de los tiempos, me dijo que en realidad no era lo que parecía, me dijo que lo había puesto para espantar al vecino del tres que todos los días que puede le toca timbre con una excusa diferente.

Me resultó gracioso enterarme de la picardía del vecino del tres, yo nunca me había animado a encarar así, aunque ganas no me han faltado. Principalmente con Flor. Lo bueno, así las cosas, es que el sábado en el casamiento, seguramente iba a tener alguna oportunidad.

Finalmente llegó el día del casorio, y no solo tuve la oportunidad, sino que la aproveché con excelentes resultados, pensé en cuántas cosas habían sido no dichas para llegar hasta aquí, pensé en el cartel de Flor diciéndole que no a un vecino de manera camuflada, pensé en su invitación al casamiento como al descuido, y pensé que finalmente todos lo hacemos, pensé en mí enviándole un reporte a mi jefa para que me diera unos días libres y pensé en ella ofreciéndomelos cuando en realidad solo quería decirme que estaba despedido.