martes, 13 de abril de 2010

Las cartas eróticas de la abuela

Y resulta que sí, resulta que ahora te sorprenden las cartas eróticas de tu abuela Chacha al abuelo —que en paz descanse—, Aníbal. Después la condenás. Después condenás que sea conservadora, qué te diga que no entregues de primera, pero sos la primera en saltar al descubrir que la nona también hablaba en prosa sobre sus humedades. ¿Y qué pasa si te digo la verdad? ¿Qué pasa si te digo que la nona más de una vez se me insinuó mostrando su escote de piel floja y vestidos deslizantes? ¿Qué si te digo que también yo pasé una mano descuidada por el final de su espalda y exalté ese nervio al que los demás —incluido el gerontólogo— llaman ciático? No reprimas, ni a vos ni a otros, al final la cosa es como dice el tío Raúl, todo el mundo tiene derecho a estar excitado.

lunes, 5 de abril de 2010

El Metacuaderno Rojo

El Cuaderno Rojo, es un libro escrito por Paul Auster, que habla acerca del peso del azar y la coincidencia fortuita en la vida –y en la muerte- de todos. Está escrito en forma de relatos breves y no ficcionales, sino más bien como anécdotas que realmente le ocurrieron al escritor. Está muy bueno, aunque me pareció un poco caro para lo finito que es. Los precios de los libros siguen siendo un misterio para mí. Igual lo recomiendo. La siguiente, es una anécdota, que cuenta algo que realmente me pasó el día que leí El Cuaderno Rojo.

Pocas veces había estado en el campo más que una tarde, así soy, vivo en el centro y como no me basta con el humo de la ciudad me meto el del tabaco, sin embargo, por ser Semana Santa, tuve unos días libres en el trabajo y me invitaron a ir al campo a hacer asados, respirar aire puro, y cosas que la gente hace en el campo.

Nunca había viajado a V., así que cuando subí al ómnibus con El Cuaderno Rojo bajo el brazo no sabía que la duración del viaje sería la justa para terminar de leer la última página, el último punto, en el momento exacto en el que el chofer pisó el freno y anunció la llegada a la terminal. Me resultó curioso descubrir la coincidencia entre la duración del viaje y mi ritmo de lectura más la siesta justo en el medio del libro.

Cuando llegué finalmente al campo, lo primero que hice fue ir a dejar mi mochila a la habitación donde dormiría esa noche. Al dejarla, vi que en la mesa de luz de la que sería mi cama por ese par de noches había un libro titulado “No es Cuestión de Suerte”. Otra vez me entretuvo pensar en la casualidad de que, siendo que yo había leído un libro que hablaba de la gran influencia que puede tener la suerte en nuestras vidas, otro libro que descansaba en el campo parecía tener un sentido antagónico al mío.

Pero no fue hasta que me acerqué a mirar la tapa que descubrí el último guiño, resulta que una de las coincidencias que cuenta Paul Auster en El Cuaderno Rojo consiste en un juego de palabras con los nombres de un dúo de abogados, los tipos se llaman Argue & Phibbs, y resulta que eso, traducido al español, y con algunas letras cambiadas puede significar “Discusiones y Mentiritas” (en ingles “to argue” es discutir y “fib” mentirita). El tipo se ríe de que justo esas dos personas hayan decidido ser abogados, y que además, justo ellos dos se hayan juntado para ser socios y tener su estudio de abogados.

Bueno, decía que cuando me acerqué a ver la tapa del libro encontré que el mismo estaba editado por Ediciones Díaz de Santos. Bueno, para ser más preciso, yo lo encontré en días de santos.