martes, 27 de octubre de 2009

Ideas mutantes

Pulp Fiction: Cuando entra el personaje "el lobo" a ayudar a los gangsters que por accidente le pegan un tiro en la cabeza al tipo que llevaban atrás, el loco dice: "Yo soy el lobo, resuelvo problemas".

Los simuladores: resuelven problemas.

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Memoria de mis putas tristes (Gabriel García Marquez): Un veterano de noventa años decide que quiere tener relacione' sesuale' con una pendejita virgen.

La suerte está echada (película argentina con Peretti y Gastón Pauls): El veterano que se está por morir le pide merca a los hijos.

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El rinoceronte (Obra de teatro de Eugene Ionesco): Un hombre es testigo de como las personas que viven en su ciudad se van convirtiendo uno a uno en rinocerontes. Tendría algo que ver con que el tipo vive de manera diferente a los demás, entonces la sociedad lo aparta de ese modo.

Ensayo sobre la ceguera (Saramago): Todas las personas de la ciudad van quedando ciegas. Tendría que ver con el egoísmo de todos nosotros (lo' seresumano').

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¿Será que finalmente la esencia de las ideas anda dando vueltas por ahí, muta y se le presenta a la gente así como así?

ACLARACIÓN: De ninguna manera ninguna de estas menciones habla de plagios o cosa parecida. Lejos de la intención, en serio.

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Otro tema: hoy volví a salir en Oblogo, con el post De porqué la quiero.

Les mando un beso a todos. Echen luz acerca del tema de las ideas, por favor.

lunes, 19 de octubre de 2009

Autobombo descarado

Hace un par de semanas me llegó un mail -de esos que me llegan todo el tiempo- ofreciéndome una suma de dinero muy interesante, a cambio de publicar un material del blog, en una revista argentina.

Claramente, acepté la propuesta. For the money monkey dancing. (Ya se que no está bien, puristas del inglés, al primero que corrija le corto las yemas de los dedos).

La revista es Oblogo, y el espíritu de la misma está tan bien expresado por ellos, que todo lo que yo pueda poner para explicarlo es vano, se pueden enterar acá.

La propuesta de la revista está muy buena, se reparte de manera gratuita a la salida de los laburos con una tirada aproximada de 15000 ejemplares (mucho para el paisito, me parece). Acá no llega, pero te podés bajar el pdf por internés sin pagar un sope.

El post que elegimos, es Nueve amantes.

Disculpen que últimamente ando en otra y no hay mucha novedad por acá, pero bueno, por ahora refritamos eso del 2008 que seguro nadie lo leyó.

¡Un beso a todos!

PD: Lo de la guita es mentira, lo hice porque sí, y lo volvería a hacer. Carajo.

miércoles, 7 de octubre de 2009

Mi primer divorcio (Parte 7)

Le expliqué a Martoni que estaba saliendo con Marina, y que era algo que nos interesaba –por un tiempo- mantener en secreto, le dije que seguramente algún compañero jodón nos habría visto juntos, y le mostré el anónimo, le pedí si no era tan amable de salir y comentar su sorpresa por un supuesto pedido mío de rebaja.

Martoni me miró fijo y me explicó que nunca hubiera esperado esto de mí –somos adultos- me decía, como si nuestras edades fueran parecidas. Se llevó la mano la barbilla, fijó los ojos en el techo, y pensó. Yo temblaba por dentro, y también un poco por fuera. Le sugerí que solamente sería por un tiempo, que después yo mismo me encargaría de contarlo como una anécdota al resto de la oficina.

- Es que no hay tiempo-me dijo.
- ¿Cómo que no hay tiempo?
- Fer, ya lo saben todos.

En ese instante se paró y el primero en llegar fue Joselo, después vinieron todos los demás –felicitaciones a la parejita feliz-, decían, y opinaban acerca de nuestra compatibilidad, entre toda la muchachada, también apareció Marina, ella también sabía de la joda que me estaban haciendo a mí. Yo no entendía nada.

Resultó ser que el día que atendí el celular, el que sonaba no era el mío, sino el de Marina, los dos eran iguales, ya que, en realidad, eran de la inmobiliaria. Así nos descubrió José Luís, y enseguida la encaró a Marina para hacerme esa broma a mí. De alguna manera, y si algo rescaté de eso, fue la confirmación por parte de Marina de que no le molestaba que lo supieran todos, así fue que comenzó nuestra relación.

lunes, 5 de octubre de 2009

Mi primer divorcio (Parte 6)

Martoni era nuestro jefe, el jefe de vendedores, era bastante serio, yo no podía caerle con una propuesta descabellada, así que llamé a Marina para ver qué opinaba. Marina ya estaba mostrando (casas) en la calle y no atendió, teníamos prohibido atender frente a clientes, así que le mandé un mensaje de texto, pidiéndole que me llame apenas pudiera, que era urgente.

Cuándo me llamó, yo ya estaba perdiendo la cabeza, estaba inquieto, caliente, molesto e incómodo, pero ya había asumido que iba a solucionar el problema el mismo día.

- Hola, Mar, tengo que decirte algo urgente –le leí el mensaje y le pregunté qué opinaba-
- ¿Y si le decís a Martoni la verdad, y le pedís que nos banque? –Enseguida de decir eso, me dijo que estaban llegando los siguientes promitentes compradores, así que tuvo que cortar

Me quedé pensando, su idea era bastante buena –pedirle a Martoni que salga de la oficina sorprendido, como si yo le hubiera pedido una rebaja de sueldo, y confesarle que Marina y yo estabamos saliendo-. Era buena, era solamente sumar a un compañero a los que sabían la historia, cosa que iba a pasar, igualmente, al día siguiente, de acuerdo a la amenaza.

Igualmente, había una carta más para jugar, yo sabía que uno de los pocos capaces de hacer eso era Joselo, así que lo encaré:

- Jose, te dejaste un papel en mi escritorio.
- Ah… ¿si? ¿qué era?
- Dale Jose, no te hagas el boludo…
- Enserio, no me doy cuenta.
- ¿Enserio? –la desilusión se me notó enseguida-.
- ¿Qué te pasa Fer? ¿estás bien?
- Todo bien, no te preocupes.

José Luis puso la mejor cara de boludo, y siguió laburando, así que me mandé para la oficina de Martoni. En realidad no era una oficina, era un rectángulo formado por tabiques y rebalsado de papeles, con su escritorio al centro.

viernes, 2 de octubre de 2009

Mi primer divorcio (Parte 5)

Yo no sabía qué decirle, así que solamente dejé fluir las cosas hasta que el vino habló por mí, y -a diferencia de las otras veces- ésta vez funcionó. Es que Marina me gustaba enserio.

Durante varias semanas estuvimos viviendo la historia sin contarle nada a nuestros compañeros, salíamos, pero nos manejábamos con discreción, decíamos que era para que nuestros compañeros no nos molestaran. El tema es que no pudimos mantener la reserva. Fue una anécdota simpática, se las voy a contar:

Uno de los días que salimos, yo me quedé a dormir en su casa, la noche anterior habíamos vuelto a tomar un poco de vino, así que a las nueve de la mañana estábamos soñando -Marina siempre soñaba cosas raras-. Decía, que a las nueve de la mañana sonó mi celular, boca abajo y separando un solo brazo lo agarré de la mesa de luz y atendí. Era un compañero. Por la charla que tuvimos, me pareció que había sospechado algo, pero atribuí mi paranoia al sueño, y su titubeo a mi ronquera. Me hizo unas preguntas sobre la oficina, y a los dos minutos volvió a llamar:

- ¡Uy, perdón! Sin querer volví a marcar tu número, quería llamar a Ricardo (otro compañero de la inmobiliaria).
- No pasa nada, che, todo bien.
- ¡Cómo estuvo esa noche, eh! –Dijo, haciendo clara referencia a mi voz ronca-
- La verdad, el lunes te cuento.
- ¿Estás en tu casa?
- Si ¿por?
- No, de repente te querías venir a comer por casa.
- Gracias, pero más tarde me cae gente en casa, te agradezco, enserio.

Terminamos la llamada con un par de formalismos que no vale la pena detallar y volví a dormir. No me extrañó que me invitara a comer, José Luis era de esos personajes dicharacheros, sociable, divertido, jodón, digamos.

El lunes llegué a la oficina un poco tarde. En mi escritorio había un papel, por suerte no lo había visto nadie, el papel decía:

“Ya se que te estás curtiendo a Marina, cada día que pase se lo voy a contar a un compañero más, salvo que le pidas a Martoni que te rebaje un poco el sueldo”