domingo, 20 de mayo de 2007

Pobrecito

El arquero está parado frente a mí, su rostro indica concentración. El silencio es sepulcral.

Lo que él ve son dos objetos conectados entre sí, una manzana, y un hombre.


Por el tamaño de la manzana, el tamaño del hombre y el del resto del campo visual del arquero, la probabilidad de que atine en la manzana es baja, la probabilidad de que le dé al hombre es media, y es máxima la de no pegarle a ninguno de los dos.

A la prima...


El señor de las flechas, intenta mostrar su destreza, solo que en vez de utilizar un papel pintado con círculos concéntricos ha decidido levantar la apuesta involucrando vida frente a su arco.

El elástico que une los dos extremos del arco se estira hacia atrás, la parte trasera de la flecha es sostenida con delicadeza contra el mismo, una gota de transpiración rueda por la sien del hombre bajo la manzana, y otra cae de la pera del arquero.

Se suelta el elástico y la flecha comienza su trayectoria, viene directo hacia mi, carajo.

Y me la dio nomás, lo mío es una desgracia, somos el fruto del pecado, servimos para adjetivar un tipo de culos femeninos, y encima este hijo de puta me parte al medio para hacerse el capo.

Pobre gusanito.

3 comentarios:

Viejex dijo...

jajajaja!!!! es muy bueno! Por suerte no habia leido el titulo, sino hubiese perdido la gracia del remate inesperado. Puedo sugerirte que retitules el cuento como "pobrecito" nada mas?

¡Jotapé! dijo...

Viejex, por la recorrida que has hecho te merecés que sea re titulado, es más, ya quedó.

Fijate que este me da menos vergüenza que el primero. Y es de una época en que no me dejaba comentarios nadie. Que tristeza.

Casi como ahora.

¡Salute!

Ceci dijo...

Algún día, en venganza, las manzanas apuntarán a los Guillermitos.