Ésta crisis ha generado las situaciones mas extrañas en cuanto a éste negocio, y sobre todo su lado comercial.
Entre estas nuevas situaciones se encuentran por ejemplo la del último disco de Jaime Roos, que se vendió en estaciones de servicio, o los discos de Buitres y Trotsky que se vendieron junto con un periódico.
El disco de No Te Va Gustar te lo daban cargado íntegro comprando un reproductor de mp3 de dudosa calidad y origen chino seguramente. En realidad mp4, pero no lo quise poner ya que opino que el mp4 es el hijo bobo, torpe y flácido del señor revolucionario mp3, pero ese no es el tema central.
Algo en tu cara me fascina.
Así, por ejemplo, artistas de la talla de Pearl Jam han ofrecido gratuitamente canciones en mp3 sobre internet, o los españoles Canteca de Macao, regalan su disco en la magnífica red de redes.
Al mismo tiempo, por el camino del costado, se ofrecen discos copiados en la feria a precios ridículos, o la descarga utilizando un sinfín de programas para gestionar las descargas y “compartir” entre usuarios.
Toda esta revolución me ha puesto a pensar mucho en los distintos caminos que ha tomado la industria musical en los últimos tiempos.
Todas las posiciones son respetables, la de el pirata que no tiene o no quiere pagar los elevados precios de los discos, los artistas que se sienten estafados, los artistas que buscan caminos alternativos, todas.
Salvo una, hay una postura ante esto que es verdaderamente inadmisible. Este artista en cuestión ha decidido regalar el disco a su pueblo, no es que sea esa acción la que me moleste. Sino lo siguiente:
¿Por qué Chavez tiene que sacar un disco de Ranchera?
Así como Colón le paró el huevo a la reina, Chavez te saca un disco cantando rancheras, una demostración de poder tan innecesaria como irreverente.