Caminando entre las góndolas, no lo vi venir. Pero él sí me vio, cuando puse la vista al frente, estaba ahí.
Me volvió a pedir perdón, todo colorado, me dijo que lo que había hecho le había parecido divertido, pero que entendía que yo hubiera quedado con un poco de miedo, dado que no lo conocía.
Me aclaró que no era un sicótico, me dijo que no me preocupe, y me regaló un paquetito de bombones, a modo de disculpa.
Cuando se despidió de mí, con un beso, me dejó la mente revuelta, me sentía una idiota, obviamente lo había prejuzgado, cuando él simplemente había intentado hacer un juego entretenido, original.
Pero ninguno de sus actos era común. Y ésta no era la excepción.
Cuando el mundo se movió debajo de mi, para que yo llegara a la caja del super con mis bombones en la mano, y caminando sobre el aire, noté que los bombones, los tenía que pagar yo.
Lo siguió logrando: esa noche, me comí los bombones pensando en él.
Crítica (sin spoilers) de Oppenheimer
Hace 1 año
9 comentarios:
jaja me encantó el final
porque que los iba a pagar ella la vi venir, pero comerselos pensando en él me encantó :P
muy buena tu blog-novela
besos
Esta tan pero tan bien escrito, que uno lo "ve".
:)
si le seguis dando a los bombones, olvidate de cogertelo nena
encima engordan!!
Muy bueno el capítulo, me hace acordar a "Trampa para un Soñador". Los bombones engordan solo a los sedentarios, además la mujer tiene que ser como el asado, gordo. La carne contra el hueso no le gusta a nadie.
uhhh TRAMPA PARA UN SOÑADOR!!!!
que sera de Antonio Grimau????
Sigo al firme la historia...
Gracias a los que participan.
Che...no vi trampa para un soñador ¿está mal?.
Martín, coincido contigo, con mis reservas, igualmente te digo, para mí las mujeres también son como el asado: como sólo los fines de semana.
Tranquilo JP que no podrías haberla visto... no dan las fechas, no sé si me explico... pasemos a otro tema.
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