miércoles, 14 de febrero de 2007

La letra penetra.

La letra con sangre entra, reza el refrán haciendo referencia a que la manera de pensar y/o actuar (en adelante LETRA) de quien pretende mover los hilos ajenos puede ser impuesta a base de castigos, dolor o transfusiones de sangre, siendo bastante mas estricto.

Sin ser tan estricto y luego de un poco exhaustivo análisis he notado que la LETRA entra ganando acceso físico a su objetivo, no llega a través de sermones, ni de lectura de libros, ni escucha de canciones o similares. Lamento golpear duramente a tantos censuradores con mi afirmación.

En particular, mis informantes (mi hermano de nueve años y sus amigos, el mayor de doce, recién ingresado a la enseñanza secundaria) me han comentado de un interesante caso en el cual la LETRA claramente accede físicamente a sus víctimas, sin que éstas siquiera lo noten para luego penetrar en sus incautas mentes.

Aunque no lo crean es así, y luego que me explique verán que es prácticamente un secreto a voces.

¿Cómo no notarlo?

Surge como contraposición a uno de los íconos del imperialismo yanqui.

En uno empleados pulcros y siempre sonrientes, en el otro de dudosa higiene y por lo general malhumorados.

En el yanqui los procesos están totalmente estandarizados, en el yorugua es estándar el descontrol.

El yanqui puede atender a personas en autos, el del paisito, está ubicado en lugares donde podrían estacionarse coches, e incluso podría ser trasladado por uno.

En uno hay juegos para niños, en el otro es imposible que un niño llegue a la altura del mostrador para hacer su pedido.

En el imperialista te hacen regalitos mientras esperas, en el zurdo te acercan la caja chica a ver si sale algún pesito.

Es así señores, si no lo quieren ver entonces no lo vean.

Si yo fuera George ordenaría el inmediato traslado de las tropas de Irak para estas tierras, además he comido mayonesas de carrito que efectivamente definiría como armas químicas.

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